Interdom: El internado soviético para hijos de revolucionarios
- Remi Internacional
- 24 nov 2024
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Actualizado: 26 nov 2024
El Interdom fue un internado soviético que albergó a hijos de revolucionarios, incluidos varios latinoamericanos, como parte de un proyecto educativo socialista.

Fuente: GENTILEZA DE VIOLA CARRILLO
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Redactado por: Bruno Flores
Interdom fue fundado en 1933 con el propósito de ofrecer un refugio a los hijos de líderes políticos que huían de las persecuciones. El internado, ubicado en Ivánovo, a 300 kilómetros al noreste de Moscú, contó con la influencia de figuras como Mentona Moser, una militante comunista suiza, quien donó su fortuna para su creación. Entre los alumnos del internado estuvieron hijos de importantes figuras como Mao Zedong, Tito de Yugoslavia y Dolores Ibárruri, “La Pasionaria” de España.
El internado fue concebido para ofrecer educación a los hijos de activistas políticos que necesitaban protección. Inicialmente, los estudiantes fueron principalmente hijos de antifascistas de países como Bulgaria y Alemania, pero con el tiempo llegaron niños de todo el mundo, incluidos de Grecia, Italia, España, Irán y otros países. Además, Interdom sirvió como refugio durante eventos históricos significativos, como el bloqueo de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial y el desastre de Chernobyl en 1986.

Fuente: GETTY IMAGES
Desde la década de 1930, Interdom comenzó a recibir a niños latinoamericanos debido a las dictaduras en América Latina. Cristián Pérez, autor del libro Los Niños del Interdom, señala que los primeros en llegar fueron cubanos, seguidos de guatemaltecos y luego de otros países como Paraguay, Ecuador y Colombia, en momentos en que los gobiernos militares tomaban el poder. Esta migración masiva fue impulsada por la persecución política en la región.
A pesar de ser un lugar de refugio, la adaptación al internado no fue fácil. Los niños que llegaban no hablaban ruso, el idioma predominante en el internado, lo que dificultaba su integración. Además, las condiciones eran duras y la separación de sus familias dejaba una marca profunda en muchos de ellos. Viola Carrillo, que pasó 10 años en Interdom, recuerda que aunque recibió educación y protección, siempre le faltó el calor de su familia.
Hoy, ya adulta, Viola reflexiona sobre su experiencia en el internado, señalando que, aunque el Interdom le ofreció todo lo necesario para sobrevivir, nunca dejó de ser una institución que separó a los niños de sus padres. La experiencia dejó un vacío emocional que, a pesar de los logros educativos, nunca se pudo llenar. Esto resalta cómo las decisiones políticas globales afectaron vidas individuales de manera profunda y cómo las huellas de ese trauma continúan hoy en día.
Esto refleja las complejidades de los exilios forzados por conflictos políticos y dictaduras. Aunque este internado ofreció un refugio y una educación a miles de niños, la experiencia de separación familiar dejó cicatrices profundas. Las vidas de estos niños, que crecieron lejos de sus familias y en un entorno extraño, nos recuerdan el costo humano de las luchas políticas y los regímenes autoritarios.
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